Claudia Cuellar Suárez
Huáscar Salazar Lohman
La imagen es elocuente, el presidente Morales en el Hotel Los Tajibos –el más “prestigioso” de Santa Cruz- dirigiéndose a las élites económicas del oriente boliviano sobre los beneficios del proyecto hidroeléctrico Rositas, mientras que lo flanquean su vicepresidente, ministros, congresistas del MAS, pero también representantes políticos de aquella élite cruceña, incluido el propio gobernador Costas. “El sueño de Santa Cruz hecho realidad” son las palabras del cartel que acoge el evento. ¿Se refiere a esa Santa Cruz que representa la sala?
A doce años de iniciarse el gobierno del MAS, asistimos a la consolidación de una inercia estatal en la que el mando político y su posibilidad de sostenerse materialmente en el tiempo se nutre del despojo depredador de la naturaleza y de la ocupación capitalista de los territorios comunitarios, de una manera que ni el propio neoliberalismo logró hacerlo, no porque aquel modelo no lo haya intentando, sino que el actual gobierno y la lógica misma del Estado Plurinacional se funda, como condición de existencia, en la desarticulación de las organizaciones sociales que históricamente resistieron y lucharon contra este tipo de políticas.
En este texto queremos hablar de esta dinámica estatal, de los intereses en juego y de la manera en que el gobierno agrede a las comunidades que resisten y defienden sus formas de vida y los espacios donde reproducen la misma, expropiando prerrogativas sobre sus territorios. Realizamos esta lectura a la luz de lo que sucede con la resistencia al proyecto hidroeléctrico Rositas, con el ánimo de poner en discusión ciertas claves que son compartidas con otros proyectos de ocupación y despojo en el territorio boliviano y creemos se generalizarán aún más.